
La mitología, la tradición, y la sabiduría popular, siempre ligarón más los desvaríos de la luna y su influencia a las

La locura lunar fue un delirio femenino. La sexualidad, de las mujeres, desde los Babilonios y su culto a la diosa Ishtar, reconoció desde sus orígenes una clara influencia lunar femenina en el ciclo mestrual y también en la capacidad de las mujeres de fecundarse. ¿Dónde queda la influencia de la luna en los hombres? Porque huímos de esa influencia, nos volvemos lunafóbicos. Y nos alejamos de la locura, como algo ajeno al orden lógico que construimos todos los días, al saludarnos.
Recuerdo que estando en Piura me decían, que antes los niños eran más sanos y crecían robustos y fuertes, porque las parejas esperaban a la luna llena para aparearse. Ahora, nos apareamos en hoteles de medio pelo. Nos apareamos en un ejercicio mecánico. Y el sexo ha dejado de ser un misterio o un ritual para exhibirse como una mercancía en una webcam o un stand de periodicos. ¿Que hijos nacerán de esos intercambios? ¿A que criaturas llevará esa sexualidad que más parece una ruleta rusa, que un ejercicio de erotismo?
No soy un puritano. Lo obsceno me atrae y cautiva como a cualquiera, pero hemos caído en una obscenidad chata, sin fantasía. Huímos como lunafóbicos de la fantasía. Hemos dejado el paraíso de los cuerpos femenimos llenos de sugestiones, miradas, coqueteos y vivimos atrapados en el infierno de los cuerpos diseñados para el espejo que se exhiben como mercaderías en los escaparates. Los cirujanos, gozan con el boom de cuerpos hechos a la medida de los espectadores-hombres y ya se le pone precio a un par de piernas o un par de senos.
Los hombres lunafobicos, se tiran como una jauría de perros sobre cualquier presa. Allí esta la frase de Aristoteles Onassis para confirmarlo: "Si no existieran las mujeres, todo el dinero del mundo no tendría sentido". Para ellos la luna y su influencia delirante, no existe, el cuerpo es un totem que tiene que cultivarse, y esculpirse con las manos ascépticas de la ciencia. El sexo es una cuestión de piel y punto. Mientras más piel se agite mejor. Lo demás son cojudeces místicas, varón.
Un lunático que caminaba por las calles de Lima vio una mujer que tenía dibujada una sonrisa entre las piernas.
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