sábado, enero 17, 2009

Quesoterapia


La quesoterapía consiste en rociarse el queso por todo el cuerpo. Hacer que el queso penetre en la respiración, las entrañas, y salga reluciente por las pezuñas y las axilas. Cuando todo el cuerpo este de un color gorgojeante amarillo-limón, se introduce el cuerpo en una sauna a fuego lento, hasta que todo el queso se derrita lentamente y sólo quede una mezcla extraña, una nube de queso, y el cuerpo será una mozzarrella uniforme, un río de olores que se expande, y viaja sin limites fijos, mas bien diriamos escurridizos, hacia nuevas formas de ser humano.

Cuando el cuerpo este pegajoso, pegajoso, pegajoso, introduzcase en cualquier dormitorio, y coloquese en una cama y hagase el amor por 5 horas ininterrumpidas, hasta que el cuerpo vuelva a ser un bocado puro, sin moldes que lo contengan.

sábado, enero 10, 2009

Lunafóbicos

Esta noche aparecerá la luna llena más brillante de todo el año. Es extraño, pero debo decirlo, la luna siempre ha tenido una extraña relación con mi vida, con mis estados de ánimo, mis desvaríos, y locuras, y el ejercicio de mi sexualidad. Es como si con el ingreso de la luna llena ingresará a otra lógica, ajena a las matemáticas, y más cercana a los sueños y los cálculos imposibles.

La mitología, la tradición, y la sabiduría popular, siempre ligarón más los desvaríos de la luna y su influencia a las mujeres que a los hombres. Aunque siempre se reconoció o se apreció desde lejos una extraña extirpe de hombres: los lunáticos. Inventores de lo imposible. Los errantes. Los delirantes. Los soñadores. Hombres que vivieron estigmatizados, y marcados. Me imagino que muchos de ellos fueron encerrados, apaleados, cauterizados.

La locura lunar fue un delirio femenino. La sexualidad, de las mujeres, desde los Babilonios y su culto a la diosa Ishtar, reconoció desde sus orígenes una clara influencia lunar femenina en el ciclo mestrual y también en la capacidad de las mujeres de fecundarse. ¿Dónde queda la influencia de la luna en los hombres? Porque huímos de esa influencia, nos volvemos lunafóbicos. Y nos alejamos de la locura, como algo ajeno al orden lógico que construimos todos los días, al saludarnos.

Recuerdo que estando en Piura me decían, que antes los niños eran más sanos y crecían robustos y fuertes, porque las parejas esperaban a la luna llena para aparearse. Ahora, nos apareamos en hoteles de medio pelo. Nos apareamos en un ejercicio mecánico. Y el sexo ha dejado de ser un misterio o un ritual para exhibirse como una mercancía en una webcam o un stand de periodicos. ¿Que hijos nacerán de esos intercambios? ¿A que criaturas llevará esa sexualidad que más parece una ruleta rusa, que un ejercicio de erotismo?

No soy un puritano. Lo obsceno me atrae y cautiva como a cualquiera, pero hemos caído en una obscenidad chata, sin fantasía. Huímos como lunafóbicos de la fantasía. Hemos dejado el paraíso de los cuerpos femenimos llenos de sugestiones, miradas, coqueteos y vivimos atrapados en el infierno de los cuerpos diseñados para el espejo que se exhiben como mercaderías en los escaparates. Los cirujanos, gozan con el boom de cuerpos hechos a la medida de los espectadores-hombres y ya se le pone precio a un par de piernas o un par de senos.

Los hombres lunafobicos, se tiran como una jauría de perros sobre cualquier presa. Allí esta la frase de Aristoteles Onassis para confirmarlo: "Si no existieran las mujeres, todo el dinero del mundo no tendría sentido". Para ellos la luna y su influencia delirante, no existe, el cuerpo es un totem que tiene que cultivarse, y esculpirse con las manos ascépticas de la ciencia. El sexo es una cuestión de piel y punto. Mientras más piel se agite mejor. Lo demás son cojudeces místicas, varón.

Un lunático que caminaba por las calles de Lima vio una mujer que tenía dibujada una sonrisa entre las piernas.