martes, noviembre 25, 2008

Cuando fui nomade...





Cuando fui nomade, el cielo volaba. La tierra se movía, mi estomago era plano, y mis pies parecían felpudos coqueteando con el grass y la velocidad de las alturas en camiones, buses o 4 x 4.

Cuando fui nomade, no había horarios de oficina, ni almuerzos con cronometro, ni escritorios, ni marcadas de tarjeta, solamente había horizontes.

Y en medio de cualquier horizonte, estaban mis pies, inclinados hacia arriba, soñando con nuevos destinos, nuevos rumbos, nuevas formas de mezclarse con las sombras de un nuevo viaje.

viernes, noviembre 21, 2008

Sólo la música salvara al mundo


NO la política, los discursos, el marketing, la economía, el tribunal de las ideas, las conferencias, o los elefantes blancos.


Sólo la música salvara al mundo.


Al convertirlo en sí mismo: ritmo que gira.


miércoles, agosto 06, 2008

lunes, agosto 04, 2008

No más mails...


El spam se ha convertido en algo de todos los dias. La escritura descartable, irrisoria o irritante. Cada dia millones de letras sin sentido. Y todos los dias te invitan a eventos literarios, musicales, causticos, siderales, virtuales, no tan virtuales, presentaciones, omisiones, y anuncios publicitarios queman las ultimas retinas del ojo.


No mas mails. No mas mails. No mas mails.


Pensar en la posibilidad de que todo se convierta en spam, en anuncio, en evento, y que uno tenga que recibir como un spam su matrimonio, su defunción, el nuevo empleo, la novia con implantes.


No mas mails. No mas mails. No mas mails.


Yo tambien dejare de escribir. Tengo miedo de ser un artifice mas, de esta literatura que no llega nunca al papel, ni al pensamiento, ni a la punta del zapato.


sábado, agosto 02, 2008

Maquina para hacer volar a un elefante

Quizas nunca logremos hacer volar a un elefante, disparatado cornupio falupio. Pero tal vez logremos inventar un maní suave y terso de plumas de ganso. O vistamos a un elefante con plumas y brillos, anaqueles y esqueletos de aves.

Para hacer volar un elefante se necesitan dos mil voltios, quinientos instrumentos electronicos. Doscientas fundas para almohadas. Un anfiteatro desierto. Quinientas mujeres desnudas con alas en el pubis. Y un cielo transparente para un millon de dedos con muchisimas ganas de hacer cosquillas.