domingo, mayo 20, 2007

La gordura de los angeles


Me parece sumamente raro, inquietante por decir lo menos, que sean cada vez mas raros los angeles gordos. En los mosaicos, en los frescos, de las catedrales contemporaneas ya casi no aparecen siluetas obesas con alas. Los angeles pueden ser gordos cuando aun estan chibolos, rechonchitos y rellenos de mani, golosinas, gaseosas y con cara de erizos inflados. Pero una vez crecidos, deben ser livianos, con cuerpos como plumas, esculturales, moldeados como adonis o cualquier otro fisiculturista que se respete.


Y bueno, yo me pregunto que ser humano, aspirante a querubin, a arcangel, trono o serafin, podria encajar con este patron de angel fisiculturista que mas parece un sueño erotico de Miguel Angel que uno de esos tantos hombres guatones y reales (me incluyo en la lista) que se pasa la mitad de su vida tomando cerveza y la otra mitad ostentando su voluminoso abdomen como si se tratara de un coche monstruoso con aire acondicionado y doble traccion incluido.


Si un angel se representa como la imagen de lo bello, de lo puro, de lo inmaculado, de lo ligero y liviano, cercano al eter o la capa de ozono, cuantos hombres inmunes a las doctrinas del gimnasio, y las doctrinas pedantescas de la apariencia y el sex appeal reprobarian el casting. Cuantos se irian para la otra esquina a seguir consumiendo su parrillada, perrillada, o gatada bailable de fin de semana, tranquilos y sin despegarse del sillon y su gigantesco televisor.


Mientras unos cuantos intentan elevarse unos centimetros por encima de los demas, aparecer en fotos cubiertos con plumas, salir en algun carnaval o al lado de una que otra angelical modelo de Victoria Secret. Los angeles gordos al otro lado de la pantalla, envidiosos, diran que los angeles flacuchentos no existen. Que son un invento, y una moda que busca modelar los hombres a figuras arquetipicas que mas parecen un tallarin saltado que un hombre verdadero que como un sapo o un lagarto muta, cambia de piel, y se acerca al cielo cuando ve que su barriga crece verticalmente y se eleva por encima de todos los huesos del omeoplato y la testa.


martes, mayo 15, 2007

el dedo gordo de la estatua de la libertad


Para Charo
(con una foto del dedo gordo del pie del autor)

Un pintor latinoamericano, Walter Benavides, vivia obsesionado con pintar de rojo el dedo gordo de la estatua de la libertad. Fue solamente por este motivo, y no por otro, que entro de ilegal a los estados unidos donde se pasaba todo sus dia en un restaurante chino picando cebolla china y oliendo min paos hasta el cansancio, esperando ansioso su oportunidad de consagrarse como artista liberrimo o un anarquista consagrado al arte.

En un pais supuestamente impecable, donde las estatuas eran en verdad de piedra fria, solida, y macisa, le parecia divertido pintarle ese dedo al pie y volverlo rojo, un rojo vermellon que incendie toda la estatua y la haga mas humana, mas provocativa, mas libre. Porque la libertad pensaba el debe tener los pies rojos, la lengua azul y el corazon a pleno viento.

Asi que sin dudarlo mas, un dia se embarco hacia la altiva dama de la antorcha, cruzando Manhattan, con un spray rojo en los bolsillos. Subio en el ultimo barco de los turistas, y se detuvo delante del dedo gordo de la estatua. El rojo empezo a subir de sus bolsillos, ya se impregnaba en la uña y en los bordes, pero el dedo era enorme, y el rojo no terminaba de invadir la pezuña de lady liberty.

Asi estaba en ese trance de paracaidista ilegal, hasta que una jauria de perros, mil oficiales fortachones que parecian robocops, una que otra señora con bolsos llenos de piedra y tomates, y un vagabundo lleno de trapos rotos y aviones de papel que dormia sobre el pie de la libertad se le fueron encima... y dejaron roja y totalmente golpeada todo su humanidad.

Un turista a lo lejos, sorprendido vio como el pie de la estatua brillaba como un tomate colosal o un incendio de berenjenas el dedo gordo, y le tomo la foto.


Esa fue la unica evidencia quedo de esta osadia.Los periodicos como siempre mantuvieron un complice silencio, que fue financiado por agentes turisticos con estrechos vinculos con Wall Street que defienden la libertad, pero de las empresas. Al dia siguiente, el dedo estaba igual de gris y opaco que siempre. Walter Benavides fue deportado, aduciendose alteraciones sicologicas y perjuicio a la salud publica. No se le dio la oportunidad de contestar a la demanda dada por el estado norteamericano. No queremos ni pensar que hubiera pasado si a este sujeto se le ocurria, pintar de amarillo el ombligo o la lengua de lady liberty.

Esa fue la unica evidencia quedo de esta osadia.Los periodicos como siempre mantuvieron un complice silencio, que fue financiado por agentes turisticos con estrechos vinculos con Wall Street que defienden la libertad, pero de las empresas.

Al dia siguiente, el dedo estaba igual de gris y opaco que siempre. Walter Benavides fue deportado, aduciendose alteraciones sicologicas y perjuicio a la salud publica. No se le dio la oportunidad de contestar a la demanda dada por el estado norteamericano. No queremos ni pensar que hubiera pasado si a este sujeto se le ocurria, pintar de amarillo el ombligo o la lengua de lady liberty.

sábado, mayo 05, 2007

El inspector de pelos



El inspector de pelos avanzaba por la habitacion, siguiendo el rastro de los pelos rojos que quedaron en la escena del crimen. No habia otra huella solo pelos rojos que brillaban como escamas en los ojos.


La mujer desnuda, parecia dormida, pero todo hacia indicar que habia sido narcotizada. El viento corria como un loco calvo por toda la habitacion. Las ventanas estaban abiertas. Los pelos rojos se elevaron del piso y volaron por los aires. El inspector de pelos, siguio su rastro por la ciudad. Los pelos hechos peluzas vagabundas iban tambaleandose por las baldosas, enredandose en las hojas de los arboles, o mezclandose en las siluetas de la ciudad.


El inspector vio a lo lejos como los pelos se anudaban y se desanudaban y se dirigian hacia una quinta invadida por vagabundos que cocian el humo de sus labios a las paredes. Avanzo, temblando, con la lupa en la mano, la pipa encendida por el vaho de la noche y las neuronas en los bolsillos del pantalon. Los pelos llegaban hasta una alfombra roja. Detras se veia una mujer desnuda durmiendo adentro de una pecera transparente. Sus ojos no tenian color. Sus labios eran de un calor irresistible. En sus pies, el inspector de pelos pudo ver, mil pelucas rojas, flotando encima de sus muslos como un mar infinito de corales rojos, a punto de estallar.