martes, noviembre 25, 2008

Cuando fui nomade...





Cuando fui nomade, el cielo volaba. La tierra se movía, mi estomago era plano, y mis pies parecían felpudos coqueteando con el grass y la velocidad de las alturas en camiones, buses o 4 x 4.

Cuando fui nomade, no había horarios de oficina, ni almuerzos con cronometro, ni escritorios, ni marcadas de tarjeta, solamente había horizontes.

Y en medio de cualquier horizonte, estaban mis pies, inclinados hacia arriba, soñando con nuevos destinos, nuevos rumbos, nuevas formas de mezclarse con las sombras de un nuevo viaje.

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