martes, mayo 15, 2007

el dedo gordo de la estatua de la libertad


Para Charo
(con una foto del dedo gordo del pie del autor)

Un pintor latinoamericano, Walter Benavides, vivia obsesionado con pintar de rojo el dedo gordo de la estatua de la libertad. Fue solamente por este motivo, y no por otro, que entro de ilegal a los estados unidos donde se pasaba todo sus dia en un restaurante chino picando cebolla china y oliendo min paos hasta el cansancio, esperando ansioso su oportunidad de consagrarse como artista liberrimo o un anarquista consagrado al arte.

En un pais supuestamente impecable, donde las estatuas eran en verdad de piedra fria, solida, y macisa, le parecia divertido pintarle ese dedo al pie y volverlo rojo, un rojo vermellon que incendie toda la estatua y la haga mas humana, mas provocativa, mas libre. Porque la libertad pensaba el debe tener los pies rojos, la lengua azul y el corazon a pleno viento.

Asi que sin dudarlo mas, un dia se embarco hacia la altiva dama de la antorcha, cruzando Manhattan, con un spray rojo en los bolsillos. Subio en el ultimo barco de los turistas, y se detuvo delante del dedo gordo de la estatua. El rojo empezo a subir de sus bolsillos, ya se impregnaba en la uña y en los bordes, pero el dedo era enorme, y el rojo no terminaba de invadir la pezuña de lady liberty.

Asi estaba en ese trance de paracaidista ilegal, hasta que una jauria de perros, mil oficiales fortachones que parecian robocops, una que otra señora con bolsos llenos de piedra y tomates, y un vagabundo lleno de trapos rotos y aviones de papel que dormia sobre el pie de la libertad se le fueron encima... y dejaron roja y totalmente golpeada todo su humanidad.

Un turista a lo lejos, sorprendido vio como el pie de la estatua brillaba como un tomate colosal o un incendio de berenjenas el dedo gordo, y le tomo la foto.


Esa fue la unica evidencia quedo de esta osadia.Los periodicos como siempre mantuvieron un complice silencio, que fue financiado por agentes turisticos con estrechos vinculos con Wall Street que defienden la libertad, pero de las empresas. Al dia siguiente, el dedo estaba igual de gris y opaco que siempre. Walter Benavides fue deportado, aduciendose alteraciones sicologicas y perjuicio a la salud publica. No se le dio la oportunidad de contestar a la demanda dada por el estado norteamericano. No queremos ni pensar que hubiera pasado si a este sujeto se le ocurria, pintar de amarillo el ombligo o la lengua de lady liberty.

Esa fue la unica evidencia quedo de esta osadia.Los periodicos como siempre mantuvieron un complice silencio, que fue financiado por agentes turisticos con estrechos vinculos con Wall Street que defienden la libertad, pero de las empresas.

Al dia siguiente, el dedo estaba igual de gris y opaco que siempre. Walter Benavides fue deportado, aduciendose alteraciones sicologicas y perjuicio a la salud publica. No se le dio la oportunidad de contestar a la demanda dada por el estado norteamericano. No queremos ni pensar que hubiera pasado si a este sujeto se le ocurria, pintar de amarillo el ombligo o la lengua de lady liberty.

1 comentario:

Charo dijo...

Deportado de ese país, Walter Benavides volvió al suyo donde y por largo tiempo no se volvió a saber nada de él. Cada noche noche soñaba con los tomatazos y el fallido intento. Lady Liberty parecía no dejarlo en paz. Así pasó mucho tiempo hasta que un día invitado por la asociación de arquitectos y pintores latinoamericanos de Paris llegó a esa ciudad.

Había sido invitado a exponer sus obras junto con las de otros artistas latinoamericanos y franceses. La noche de la inauguración, Walter, que nunca había comentado con nadie lo ocurrido, les contó a los otros artistas lo sucedido en Nueva York. Fue reviviendo la historia ante los ojos incrédulos y sorprendidos de todos que lo miraban enmudecidos. Habían pasado alrededor de cinco años desde aquel día. Walter había sido apresado y esposado de pies y manos. Le llegaron a poner un chip en el grillete de los pies, como se les pone a los animales para poder detectarlos. Lo peor fue que además de los golpes, lo amenazaron diciéndole que si lo reintentaba, lo enfriaban, a él y a su familia. Cualquier intento de querer regresar era un pasaje para la otra vida.

Los que oyeron la noticia, indignados decidieron que a pesar del tiempo, tenían que hacer algo y recurrieron a la institución que los había invitado. Curiosamente entre ellos estaba la bisnieta del escultor y creador de la famosa Lady Liberty. Al oír la noticia, ella quedó profundamente conmocionada. Lo que más le impactó y confusion le causó fue la idea de pintarle de rojo uno de los dedos a la estatua. ¿Cómo es que no se le había ocurrido antes? Y no solamente un dedo, todos los dedos había que pintarlos, hacerle un nuevo peinado y también recortarle la pesada túnica. La infeliz estatua había soportado más de cien años sin ningún cambio cuando en realidad todo cambia.

Horrorizada, salió enfurecida y no paró hasta lograr hablar con el ministro mismo de relaciones exteriores y el director de la Unesco. Esa estatua había sido no solamente un regalo que Francia, el país fundador de des droits des hommes le había hecho a los del continente americano, si no que era también patrimonio de la humanidad y la condición era de que representara la libertad en todas sus múltiples formas y colores. El ministro furibundo, se levantó de su asiento al escuchar la noticia y gritó enrojecido, ‘¡vive la France, vive la liberté!’ y acto seguido ordenó la restitución de la estatua a Francia.

La verdad es que no conocemos el final de este cuento. No sabemos si Walter se quedaría en Francia a pintarle ya no uno, si no todos los dedos, ni tampoco cuál fue la reacción de los americanos. Lo cierto es que ahora y en el lugar en donde alguna vez estuvo la famosa Lady L., se para cada día un ex marine, ex combatiente de la guerra del golfo y repartee copias gratis del recién publicado blog de un soldado en Irak y sus experiencias de “Preparado para matar” a quien pase por allí.

Ch.